Miscelánea

Auténtico tesoro nutricional

Del mar Negro y Caspio a Europa y Asia, viajando por todo el mundo para luego llegar a nuestro país, la cereza es el delicioso distintivo de todos los postres, quizá por eso la frase: “la cereza del pastel” como una forma de decir que lo único que falta para estar perfecto es una cereza.

El “Prunus avium”, nombre científico de la cereza fue uno de los frutos más apreciados por los griegos porque la utilizaban como remedio depurativo y la llamaban «kerasos».

Más tarde, los romanos asimilaron este término y lo hicieron propio llamando a esta fruta «cerasus», de donde derivaría a la actual «cereza».

Por sus propiedades es considerada como un auténtico tesoro nutricional que aporta buenas dosis de vitaminas C, A y K, minerales (potasio, magnesio, hierro, calcio), fibra y ácido fólico.

Aunque si por algo destaca, es por sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias que la convierten en un alimento benéfico para la salud.

También es una fruta pobre en grasas, proteínas y colesterol, rica en fibra e hidratos de carbono y con un aporte calórico medio, de 59 calorías por cada 100 gramos.

Las principales especies de cerezo cultivadas en el mundo son el cerezo dulce (Prunus avium), el guindo (P. cerasus) y el cerezo “Duke”, híbrido de los anteriores.

Tan especial este fruto que no es como los otros que los puedes cortar verde y con el paso de los días madurar. Si se recolecta antes de tiempo no madura fuera del árbol. Por lo tanto, se debe cosechar en el momento oportuno.

Las cerezas maduran desde finales de primavera hasta principios de verano, siendo un periodo muy corto de recolección, en comparación con otros árboles frutales.

En México únicamente es producido en dos estados: Chihuahua y Puebla, los que generan entre ambos anualmente un total de 155.70 toneladas. PdC.

 Con información de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.

 Foto de R Khalil.

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